Olor a pólvora.
Los trazos acudieron a la vida
en columnas de huesos,
bloques de carne.
Ventorral que embiste
esa despótica sordera
rompiendo en penumbra
escudera de ideales.
Olor a sangre.
El taconeo descordina
tiritando de miedo
a la ebullición de conciencias.
"Luche. No deje de luchar."
Corriente que desfallece
en aliento color sepia:
Libertad.
Aroma a mártir.
Como emerge de una ciénaga
la fragante rebeldía
se vuelve aura que disipa
la viscosidad del morir:
soy fusil hecho poema
y el poema es un fusil
aguardando detonar
en la cosquilleante historia viva.

29-05-69/09

1 comentarios:

david rojas dijo...

Natalia, el poema está a la medida y al tono de tan importante fecha para la clase obrera.
Gracias, esperaba leer algo tuyo, y aquí llegó con líneas muy preciadas.

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