NO ES EL BESO
sino cómo se besan lo que envidio es
esa lengua guarra es
salivar a la distancia lo que me ahoga
no es el beso sino
el suspenso de sus labios entreabiertos, y entre ellos
la promesa de que el beso sea eterno es
estar fuera lo que me mata no es
verlas juntas sino cómo se miran como
si no les alcanzara con dos ojos y tuvieran
que pedir también los míos de prestado
para terminar de desnudarse mientras
las desnuda mi mirada
no es el beso sino cómo se tocan
sobre las telas que ofician de frontera y las erecciones
que hasta tan lejos no llegan, lo que me envenena
no es el suspiro condensado tan cerca de su oreja
ni los sonidos guturales que nacen de otras tierras, sino
los secretos que ahí se dejan, lo que me inflama
no es el sexo sino descubrir en sus gestos
la consumación más feliz del patriarcado
que tan bien les sale y desearla todavía lo que me sulfura
no es que se revuelquen, sino que lo hagan
con dulzura es el abrazo que sutilmente
se desliza por su cintura lo que me asfixia es
que todavía no les moleste ese gesto de posesión mercantilista
y que a mí tampoco.
UN DÍA NEVADO
Esta mañana, cuando desperté
estaba nevando,
era muy temprano en mi cabeza
para entender tan pronto, de golpe,
que yo estoy en otro lado
que vos estás en otro lado
y que por eso no nos encontramos.
Esta mañana, cuando desperté
pensé que eso tenía remedio,
pero ahora que ha pasado todo un día
es de noche y ya no sé.
Esta mañana, cuando desperté
estaba nevando y extrañé
la Tabaqueria Inglesa
y todo lo que la rodea:
microcentro
el ruido
las flores
el verano
y el olor a Riachuelo
que entra por tu ventana.
NADIE NUNCA NADA
A veces está bueno caminar hacia ningún lado
ir de la mano con nadie y que nadie te bese
no encontrar otra mirada, no
nada nunca nadie, siempre
vivir pensando en nada, olvidar
todos los nombres, que no exista
nunca nadie
en ningún recuerdo
A veces está bueno no
nada más, nunca más y nadie más,
despedirse, chau, estar ausente
marcharse para siempre y no ser nada
para nadie nunca
ser una bastarda invisible
que nunca te observen
que nadie te llame
que no exista otra palabra más exacta
para nombrarte que la que no
A veces está bueno no hablar, que el mundo vaya olvidando
Las palabras que decías, los verbos
que te movían, las identidades
los gestos
que te definían.
* Selección de poemas del libro JUSTO ANTES DE OLVIDAR MI NOMBRE
(Elemento Disruptivo, 2018).
| Sobre le autore |
Alex nació en la madrugada de un 28 de febrero de 1992 —año bisiesto— en Santiago del Estero, y está segura de que en vez de llorar, transpiró. Inmediatamente después le cortaron el cordón umbilical y sintió, por primera vez, el desasosiego de la libertad. En su vida echó algunas raíces: allí donde pasó la mitad de los eneros de su vida escalando las montañas de El Rodeo, en Catamarca; allí donde vivió los atardeceres de su adolescencia mirando las olas en las playas de Mar del Plata; allí donde estudió y se licenció, en la Universidad de Buenos Aires, que cambió su vida; allí donde gracias a una primera beca descubrió que Historia del Arte no es lo suyo pero la paella valenciana sí; allí donde gracias a una segunda beca estudió un postgrado y trabajó en el periódico El Mundo, en Madrid. También hizo cosas que no disponen de fronteras: cofundó y dirigió la sección de Cultura en la revista La Primera Piedra, tuvo un dúo músico-poético que promete volver a escena, escribió El Camino de los Perdidos (Milena Caserola), su primera novela que también fue su tesina de grado, descreyó de todo lo que fuera binario, plantó un árbol que nunca vio crecer, y abrió y cerró más de tres blogs de poesías hasta publicar Justo antes de olvidar mi nombre (Elemento Disruptivo, 2018).
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