HUÉRFANA
A Georg Trakl
Padre,
La
noche está herida, gime como un animal
Y
las huestes del tiempo huelen mi miedo.
En
la superficie oscura los cántaros se parten
Derramando
la sangre de los pájaros.
En
la aldea de la huérfana,
Los
niños se marchitan ante la voz de un dios sodomita.
La
niña viento
Busca
dormir en los campos.
Oye
cómo los ángeles lloran desplumando sus alas
En
un sacrificio de amor.
Hay un lugar en tus ojos, padre,
Donde las lámparas de aceite
alumbran,
Cubres con hojas de otoño mi
desnudez
Y el agua se tiñe de luna
La huérfana danza en los negros
arbustos
Que coronan tu frente.
Padre
Mi cuerpo rueda en el campo de
rastrojos
Mientras la lluvia negra comienza a
caer.*
Desde la tumba, padre,
La novia del viento nos cantará a
los dos.
Padre,
Detrás de mí
Los dementes muertos hieden.
Asaltaré el bosque
Para buscar a la huérfana y a la
hermana que perdiste.
Padre, lloverás siempre en mis ojos…
Llora la huérfana,
La huérfana
Es mi espejo
Padre, arroja mi cuerpo a las parcas
Para que tejan la nueva humanidad
con mi carne.
*Referente a un verso
del poema De Profundis de Georg Trakl.
LAPSUS
“el azul es la luz que yace en el interior de lo oscuro”
M.H.
Despídete del sol
mientras se desmaya sobre el agua
El mar es más azul por la noche
Corté la cabeza de
varias sirenas
Y nada me mostró el
oráculo
Sólo brotaron algas de
sus gargantas,
Y peces bicéfalos que
amenazaron arrebatarte de mi lado.
Luz escondida bajo las aguas
Lo apacible
(dejó de existir)
Lo femenino
(soy yo)
Lo pálido
(la difunta yo)
Lo humano
(mi carne)
Lo mortal
(el cuerpo)
Lo oscuro
(el corazón)
Lo dorado
(el sol)
Lo viril
(otra vez el sol)
Lo hostil
(tu recuerdo)
Lo extraño
(yo también)
Lo soñado
(el mar)
Lo sufrido
(el amor)
La muerte,
La muerte es inocente
Más inocente que un no
nacido
Ella
Asiste de mi mano al
funeral del sol
El mar guardará la
ceniza de mi voz
El mar guardará al sol
de la muerte
El mar guardará a la
muerte del sol
El mar
Esconderá
Mi
luz.
SOBRE EL SUEÑO
Todavía
conservo un pedazo del territorio perdido
Las
murallas mohosas que levantó la guerra
Los
campos arados
Donde
sembraron cabezas de niños celestes.
Todavía
conservo, mis manos deshabitadas de pájaros,
Mi
ombligo como recordatorio constante de una tumba
Donde
solo brota mala hierba.
Conservo,
mis senos intactos para mantener el equilibrio del mundo,
El
corazón del sol
El
cielo rojo teñido por las bocas de las mujeres que no soportaron el castigo del
clero.
Todavía
conservo, la violencia del mar en mi lengua
Un
espíritu decantado en las olas,
El
grito del hombre roto.
Conservo,
una rótula partida que suelta esporas de luz
Y
a los elefantes que acarician huesos secos y lloran.
Conservo
también unos ojos que me sirven como puerto
Donde
me anclo, y me sueño desvanecida
Hasta
que llega la bruma lenta del despertar.
|sobre la autora|
Cristina
Pavón Burbano (Ecuador, 1991)
Periodista
cultural. Varios de sus poemas fueron
publicados en las antologías: Polución (Ecuador, 2013), 90 Revoluciones (Ecuador,
2015), Tea Party 4 (Chile, 2015), Silvestres y Eléctricas (Chile, 2015)
también, en las revistas PataSalada, Matapalo (Ecuador), Mutantres (Perú) y el
blog Eterna Cadencia (en Argentina).
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