Con Sexo, nazismo y astrología estamos frente a una obra caliente y experimental que toca todos nuestros límites emocionales, erógenos e intelectuales. Un libro de compilados que lleva a su lectura a ser un acto recreativo, provocado por el vertiginoso y seductor caos que Juan Terranova, su autor, nos deja ahí latiendo en nuestra cara.

Por Barb Pistoia

De los ensayos publicados en la Revista Paco por Juan Terranova, en la que además es uno de sus comandantes, fueron treinta y uno los seleccionados exquisitamente para que conformen Sexo, nazismo y astrología, su nuevo libro editado por Editorial Punto de Encuentro para la Colección Federal.

Se puede decir que los temas que tocan son los bastardeados u olvidados por la agenda que se va marcando, no espere nada extraordinario, son casi cotidianos y esenciales, tal vez por eso como un salvataje justiciero, los rescata y hace que se miren entre sí para comenzar a eternizarlos en sus escritos, enriqueciéndolos con hallazgos y cruces de información que nacen de la exploración online, desde la más cercana a la más inaudita.

Sexo, nazismo y astrología tiene un despliegue de referencias de todo tipo, con un desarrollo intenso e intensivo, un constante vuelco de interrogatorios y pensamientos en voz alta que escapan a la corrección política, lo que termina haciéndolo un largo instante encantador, con lo luminosa que se ve la oscuridad desde todo instante que es encantador.  

Estamos frente a un libro que se potencia si nos permitimos el encuentro íntimo con él para poder seguir el groove que el autor propone y que resulta asombroso: una obra, que nace de la costilla de internet, nos empuja a entregarnos a la pausa sin pasividad que abre paso a las voces interiores sin que eso nos aleje de la computadora. Entonces queda chico leerlo con un resaltador y tampoco alcanzan los márgenes tomados en su totalidad porque a uno también se le disparan expresiones, catarsis e imágenes para complementar lo abordado por Terranova. En una narrativa extremadamente visual, que te tira citas y describe generosamente links, una computadora cerca es clave porque por más que no se nos escatimen descripciones, si tenemos la  posibilidad ¿qué otra cosa se puede hacer salvo querer verlo todo?   

Por otro lado, a medida que pasen los años, este libro será material indispensable para entender los valores culturales que han caracterizado esta época respondiendo al traspaso de las anteriores, lo cual la valoración a este libro se vuelve mínima hoy imaginando la potencial utilidad que le espera en un futuro. Acá si gana valor el libro objeto, “los links pasan, lo que quedan son los libros”.

Sexo, nazismo y astrología reconfirma, si es que hiciera falta, el acierto de Juan Terranova de salirse de los contextos académicos solemnes, armando un puente entre épocas y valores en el que él  no se preocupa por lo que fue ni por lo que es, directamente se ocupa y ocupa él, con todo el volumen de su personalidad, los espacios que le interesan.

Es un libro político, sucio, provocador, angustiante, humorístico, desesperante, romántico, pesimista, iluso, transmutador e inteligente. Todo eso junto y al unísono, por eso quema. En definitiva es un libro de “hoy” y nada nos devuelve más al hoy que la urgencia de sentirnos desnudos frente a la mirada ajena, desnudos porque entre tanto cuestionamiento se nos van cayendo las capas, porque en ese perder capas vamos desaprendiendo y entonces nos cuesta más encontrarnos contextualizados, algo que a través de una pantalla resulta fácil o escurridizo.

Es un ejercicio bastante exigente y atractivo ver como todos los extremos conviven en los relatos seducidos y abandonados por los matices dulces y salados, extremos atormentados por la belleza de los matices que son, ni más ni menos, que el movimiento. Estos ensayos también perciben que a veces no hay mejor movimiento que quedarse quieto, observar, recordar, la nostalgia como movimiento o el recuerdo como tal.

Obviemos lo feo que son las comparaciones: en algún punto este libro es el Rey Jareth y nosotros, los lectores, Sarah. La relación del Rey Jareth con Sarah es de las más eróticas y morbosas, no hay moral entre ellos y sí una tensión abismal, sexualmente abismal, con el “¿por qué no?” latente, todo lo dual y oculto que pensemos está ahí, lo interesante y atractivo también, lo desconocido, e inevitablemente con todos estos condimentos hay una lucha de poder. La fantasía se disuelve cuando ella le dice a él "you have no power over me", se disuelve pero no termina ahí porque a ambos les cambia la mirada.

El Síndrome de Estocolmo en todo su esplendor y la ilusión del amor. Buscamos tanto la salida del laberinto como al amor, buscamos tanto que huimos de la salida y de encontrarlo. La sensación al ir terminando el libro era esa, entendiendo en algún punto que la relación Síndrome de Estocolmo por excelencia de estos tiempos es la que tenemos con la web, pero no por la web sino por y desde nosotros mismos, íntegramente nosotros mismos: somos ese laberinto y esa salida, somos el amor y ese amor que buscamos. Somos sexo, somos nazismo y somos astrología. Lo somos en la web, lo somos fuera de la web.    

“En nuestra modernidad siempre está ocurriendo un final (…) y mientras más se lo comenta menos acontece. (…)”.

Sexo, nazismo y astrología de Juan Terranova recién comprado nada tiene que ver con el libro finalizado, realmente es un libro que nos pasa por encima pero el lector también a él, y eso es mérito del autor que abre de punta a punta el juego para invitarnos a jugar.

Resignificarnos es la tarea.

“Lengua, golpe, respiración, vacíos, cuerpo. (…) 

El ritmo nos devuelve a una verdad básica. Está en el corazón que bombea la sangre a setenta latidos por minuto. Está en los pasos que damos cuando caminamos golpeando la tierra. Ahora mismo hay un ritmo…”

Sí, es un libro pasional. 

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