Once melodías de fogón nos acompañarán a repasar la
esencia del primer pop británico y a revivir la calidez de nuestro folk-rock. Los chicos hasta el fin, un trabajo
discográfico en el que abundan recursos
rítmicos y arreglos sutiles, es ideal para recorrerlo en una caminata de esas
que no tienen destino alguno.
por Rodrigo Sebastián Peñalba
El primer hijo de Los
nuevos monstruos, producido por sus propios miembros y grabado en los
estudios C.Q. Rancho, El Cielito y Project Studio, repasa un poco el pulso de
la canción melódica, siempre tan dispuesta, tan atenta a dejarse cantar.
"Dejarse llevar /
no está tan mal" es la primer caricia que recibimos
en "Barrilete", y salimos al
ruedo, a caballo de dulces arpegiados domados por el juego de coros. Así le
hacemos frente a esa sensación de pelearle al viento.
"La guadaña" nos despabila el andar con la voz de un presentador que avecina la fiesta nocturna,
la dulce confusión de andar solos en la carnavalesca oscuridad. Será la melodía
del aro del redoblante quién nos tome la mano.
Convencidos ya del aroma a libertad que pregonan los
primeros temas, llegamos a "La píldora
dorada" un amanecer soleado. La composición gana altura con esos coros que
reeditan las viejas experiencias beatlescas del disco Revolver.
Volvemos a sentirnos hechizados por el aquí y ahora con "Fin de semana", una prédica a vivir
intensamente los momentos, a ser conscientes del jugo de la vida, a patear
piedras y juntar flores. Dejemos un poco de lado el qué, cómo, cuándo y
porqué de nuestro sendero y hagamos foco en subirnos al hi-hat, encargado de
comandar el pulso del tema.
Desnudos de tanto andar, nos topamos con "Botones", ideal para reírnos de
nosotros mismos, ya despojados de carga o prejuicio alguno. Los vientos toman
éste toro por las astas y emanan aquí esa risa que es sorna dulce, que nos
lastima con el máximo de sus amores.
"Ella me dijo" se nos aparece súbitamente y nos pone un alto, una especie de
correctivo edípico en nuestro sereno pero caótico fluir. Disponernos a
escucharlo funciona como analgésico, como una madrugada frente al espejo
recibiendo (¿aceptando?) lo que indefectiblemente somos.
¡Y al fin! un
riff aceitoso y bailable, oasis en el desierto, luego de los sopapos aceptados
y negados. "Paraguas!" nos muestra el
costado podrido de la banda, el grito aguantado en el pecho.
La tragedia de
amar será escoltada por "Narciso", traído a nosotros con voces propias de un tango renegado, de un riff
atragantado suavemente. Entonando "el amor se hace humo en las manos / y el
humo se hace agua en la boca" nos llega esa provocación a la ira, ese apuro
por cruzar corriendo en llanto y sin mirar atrás nuestro camino. "Si no es por ella / por quien vas a llorar".
Y luego del
llanto, oscurece. "Los
otros" pudre el lugar con su distorsión, incomoda con su densidad y nos acecha
desde su lugar en el disco, separando las aguas entre lo calmo y lo turbio.
"Finalmente sucedió lo imposible" nos confunde ofreciéndonos un "cese al fuego" disfrazado de
derrotismo, una (re)conciliación con nosotros mismos que gana en cotejo fúnebre
con el juego de sintetizadores que lo vela."Como
caigan los dados será nuestra fe / y el amor derramado sobre el mantel" nos
quita de cuajo cualquier maquillaje que tenga el corazón y simula librarnos a
la eterna caída en un pozo negro.
"Grandes éxitos" cierra éste recorrido de forma
campante, agradeciéndonos la visita, como seguro de lo que pueda estar
esperándonos en aquella otredad. Sintetizador y vientos harán florecer aquello
que cosechamos en éste camino que ya se va cerrando…
Y nos vamos. Con
la sangre licuada en las plantas de nuestros pies pero seguros de querer volver
a recorrer éste pasaje, cosa de arrimarle un tronquito más a ésta llameante y
primigenia creación musical que dará sus frutos y sin duda nos encontrará andando
a la par de nuevos monstruos.
2 comentarios:
Muy hermosa reseña, gracias por tus palabras.
Un gustazo poder comentar acerca de su primer trabajo discográfico. Abrazo, ¡y que se vengan más eh!.
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