Prendiéndote un pucho,
me contás que vivís con esa mina
y que vas a ser papá.
Así nomás. “Te mentí”.
Me lo decís con los ojos tristes y olor a cerveza.

“Acá con vos no me importa nada, me olvido”.
Yo no te lo recuerdo porque no tiene sentido.
Ya tenés otros problemas más grandes que nosotros.
Me largo a llorar pero no es por vos.
Hace mucho que no nos vemos.

“Te amo”, me decís con tu sonrisa cortina de humo.

Mirando por la ventana, con la luz que te incandila,
se te nota el miedo.
Tocándome la pierna, con tu mano áspera
se nos nota la soledad.

No entiendo por qué estás acá.

Me contás que soñaste conmigo.
Que estaba con alguien que no podías ver
y que intentaste reconocerlo hasta que viste mi cara.
“Eras feliz”, me decís sonriendo
y adentro mio, algo se astilla.
Son tan tristes los domingos.

El ascensor llegó puntual
y las puertas se cerraron de golpe.
Dejaste los puchos en mi mesa.
En el piso, los vidrios rotos de un menta cristal.

0 comentarios:

Publicar un comentario