El género dramático comprende a todas aquellas obras que tienen por finalidad la representación de una determinada acción en el marco de un espacio físico que funcione como escenario. Sirve de expresión a una determinada visión de la realidad o de la fantasía, ya sea: tragedia, misterios o comedia.
William Shakespeare es como una amalgama de tendencias y corrientes hasta el momento de su aparición, mientras que el Renacimiento florecía en Europa y daba lugar al Siglo de Oro en España, Shakespeare lucha con un gran condicionante y una gran rebelión para montar sus obras, y hasta a si mismo con una gran presión generada por el periodo Isabelino en Inglaterra; bajo el reinado de Isabel había que mantener como máscara la religión católica-romana y por eso es muy probable que Shakespeare haya tenido una formación católica estridente, que luego ha ido fragmentando en sus obras con las influencias al mundo clásico y con los aires propios del Renacimiento italiano.
La cuestión de la autoria no esta desarrollada en esta época, lo cual, permite poner en duda que la producción de Shakespeare sea propia; es muy probable que se hayan colaborado varios sujetos a la formación de una obra. Eso, teniendo en cuenta la gran presión que ejercía tener que producir teatro para la nobleza y para la corona con una inmediatez, casi absoluta.
Sueño de una noche de verano, parece responder a los efectos del período; una mezcla de planos que, en escena, parecen estar bien definidos, pero en el momento de la representación se cruzan; algo que no se había practicado en el período medieval. El plano real es la representación de la celebración de las nupcias de Teseo e Hipólita; donde reside la idea de que en sus nupcias van a ver una representación coordinada por los mismos personajes que están en la escena de la obra. La realidad de este acto va fragmentadose en diversas capas reales que parecen disolverse a si mismas al finalizar cada acto; así comienza a asomarse el plano fantástico, que pertenece al mundo de las hadas y duendes. Este juego de espacios se da en el mismo escenario y en el mismo tiempo, la diferencia radica en que ninguna de esas capas de realidad y fantasía se perciben a si mismas.
Por la misma parte, tiene lugar el conflicto amoroso que se genera por la equivocación del duende Puck entre un amor sincero: Lisandro y Hermia. La suerte de amores no correspondidos es el tema crucial en la obra, que instaura la idea renacentista neoplatónica de un amor idílico mediatizado por las marcas de subjetividad. Una configuración discursiva del amor ya venia daba desde el período clásico; y ya había tenido lugar en Romeo y Julieta, la historia de dos enamorados que atraviesan una frontera de discordia familiar y social para unirse en totalidad. Un tema que ya estaba florecido en la Italia del Renacimiento.
Termina siendo artificioso en el modo de resolverse porque, si bien, Lisandro y Hermia vuelven a fundar su amor, hay una unión que queda forzada por la voluntad divina de Oberòn, rey de las hadas: Demetrio y Elena. Lo curioso es que la historia de Piramo y Tisbe, en Sueño de una noche de verano parece también responder a este modelo en el que se descubren restos de la tragedia griega de tema trágico-amoroso, y del mismo Ovidio en la representación de la obra de las nupcias.
En la obra hay infinitas relaciones que juegan con el tiempo y el espacio para superponerlos como escenas alternas que ocurren en el mismo tiempo, sin poder ser percibidas fácilmente, pero de las cuales quedan restos, o al menos, un resplandor que da el carácter onírico; porque es aquello que no recuerdan los personajes reales al despertar del sueño.

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