¿Me darán una oportunidad al tocar con los dedos el umbral
como si ya nadie me viera o quisiera verme?
¿Pedir perdón o pedir permiso?
¿O decir adiós?
Pedir amor, encontrar un exilio.
Extender la mano hacia una obsesión.

Suelo existir,
suelo apartarme con ingenuidad,
antes de encontrarnos detrás de la linea que marcamos en un principio.
Me vi en sombras intentando brillar (inextinguible)
con la puñalada de siempre,
la de toda la vida, la de toda la eternidad...

y es que el desequilibrio
me viene a golpear justo acá,
justo a nivel del mar.
Y aunque he removido los escombros
tratando de ayudar en la tragedia,
tratando de olvidar cuan culpable soy,
cuan cómplice soy.
Los saludo desde la escalera que desciende,
que nos sumerge uno a uno en castigo,
que nos delinea la fe
haciendo de la mentira una venenosa verdad.
Memorizo el grito de mártir,
me lo olvido al cantar una canción
que no se si escribí yo o dios o el infierno.
Y aquí sentado ante los demonios de mi infancia,
(que aun hoy me visitan por las noches),
negociando,
entrando en confianza.
tomando whisky, varios whiskies,
creo caerles bien,
creo poder pedirles perdón
y que el disparate nos libre y nos guarde
por no decir otra cosa...

3 comentarios:

Cristian Franco dijo...

tremendo poema... tremendo poeta...

lucas garcia dijo...

bueno, no te propases

la prometida del rey de los locos dijo...

yo puedo propasarme? extrañaba leerlo muchacho...

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