Sin motivos y sin razones, de la nada y del vacío aparecen dos personajes sujetándose de una caída. Ellos golpean el suelo con sus cuerpos, se levantan de una oscuridad suprema y se miran.
-ADÁN: ¿Dónde estamos?
-LAURA (con algo de desesperación): No se, algo me empujo desde otro lado y caí en este lugar tan extraño ¿Quién sos?
-ADAN: ¿Tenés Miedo? (Con máxima tranquilidad).
-LAURA: Si, porque no se con quién estoy y dónde me encuentro, quiero salir de acá.
Ella comienza a deambular lentamente por el espacio vació y oscuro, mirando hacia arriba y esperando ver o escuchar un sonido; alguien que le indique la situación. Su expresión de desesperación aún es pasiva. Una luz comienza a iluminar una parte del escenario para dejar a la vista de los dos, y del público, un manzano de estatura mediana, florecido y empapado de unas gotas visibles que parecen humedad. Adán se lo señal, con la mano y con la mirada.
-ADAN: ¿Lo ves? Tenía que haber algo. Siempre hay algo.
Ninguno de los dos se mira aún. Adán contempla el manzano desde una distancia no tan larga, y Laura sigue buscando una referencia, dando vueltas por el escenario con la cabeza hacia arriba.
- LAURA: ¿Dónde estaremos?
-ADAN: Es un pequeño manzano. Las gotas de rocío son como la tristeza; caen sobre las hojas de un árbol como este, y recorren sus brazos, su cuerpo. Así, hasta llegar a la raíz y ser absorbidas para la fotosíntesis de un nuevo lugar y de una nueva forma.
-LAURA: No entiendo.
-ADAN: ¡Que el agua cae! Llega a la raíz, y al florecer en la fotosíntesis se convierte en aire; uno de los cuatro elementos. La tristeza no reconoce espacios, pero adapta las sensaciones y las emociones sin conocerlas. (Lo dice como si fuera un poeta).
-LAURA: Que raro. (La expresión de su rostro ahora parece más relajada, tranquila).
Los dos se acercan al manzano, lo tocan por la diestra y por la siniestra, se miran ambos con posición pudorosa.
-LAURA: Tiene un solo fruto.
-ADAN: Es cierto, acá debe ser más que primavera.
-LAURA: No estoy segura de que los manzanos den frutos más en primavera que en cualquier estación. (Mira el fruto, lo acaricia, lo desprende suavemente de la rama y lo observa con una mirada penetrante y persuasiva).
-ADAN: No deberías tocarlo sin saber a quién pertenece.
-LAURA: ¿Lo comemos?
Y así, ambos muerden y despedazan el fruto del olvido, de la desesperación y de la tristeza; envolviéndose en la máxima oscuridad de la escena.
Y de algún lugar se oye la vos de Adán que dice:
-ADAN: Eva, es el único nombre para todas. Ella es una y todas a la vez. Maravillosa creación que me hunde en el olvido de todas las tristezas.
0 comentarios:
Publicar un comentario