Los minutos fallecidos van dejando la descarga del grabado diario, de coexistencia invisible cual espíritu aferrado a la materialidad. En la neblina transparente, nuestro encuentro, impronunciable. La magia de lo sobreentendido. Nadie puede interpretarnos, ni al volvernos letra. La objetivación sentenciaría: ellos cordiales, ellos insospechados.
¿Será un sinsentido el silencio de la espera callada? El péndulo somñoliento medita la disyuntiva de no olvidar lo que dijiste o disipar lo pendiente.

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