Tal vez estas letras no sean las más elaboradas sino las más sentidas, pero bien dijo usted que cada uno escribe lo que le sale. Tal vez sólo se trate de una charla. Es necesario excusarme ante usted. No me arrimo a su ataúd a decirle esto, no me motiva su muerte sino una cuenta pendiente con sus ojos. Prefiero sentarme a su mesa en aquel bar de Montevideo (aunque nunca haya pisado Uruguay y lo único que posea de dicho país sea un libro y esa hermosa palabra: "botija") Usted temía que la humanidad se suicidara y sus pronósticos irritaban mi precoz juventud. Y sin embargo sus ojos... Nunca le brindé la atención que merecía. Discúlpeme, cometí mi mayor miedo con usted. Irónicamente es un alivio que no lo conociera, no me preocupé en buscarlo. Pero sus ojos... Hoy que creo haber abandonado la ingenuidad por el realismo sin dejar de soñar, creo también comprenderlo y acercarme a su todo. A pesar de sus lágrimas, de su triste fotografía en blanco y negro, la esperanza...
Sus ojos. De profundidad de aljibe oscuro. De brillo bondadoso. Jamás leeré otro poeta con sólo encontrar su mirada. ¿Cómo usted pudo dar por sentado el final conservando esos ojos que titilan en mi hija y que yo ya he perdido? Señor, yo lo admiro y lo aprecio, porque logra emocionarme al observar la belleza con que contempla el mundo. Belleza de botija.
Quizás cuando aleteen sus páginas frente a mí me dolerá la culpa ante tanta tibieza de letra cursiva, pero hallaré refugio en el surco de una arruga y acudiré a sus pupilas que por siempre me consolarán.

2 comentarios:

xoana dijo...

wuuuuuaau, que copado este texto nati! me encanta, la parte de la mirada de como el pudo conservar esa mirada q esta en los chicos me mato, un gran homenaje a benedetti

uno más dijo...

Magnífico.

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