Crujía adentro de la cajita, casi siempre a una hora determinada. Supe que ahí estaría durante mucho tiempo pero decidí no enfrentarme a la situación. Dos canciones se escaparon alguna vez de su boca, no quise recordarlas. La nostalgia es para el Tango, a mi me gusta el punk-rock pero… Mano a Mano qué tango, vos y yo ¿Cómo hemos quedado? Tu recuerdo invade lo cotidiano en cosas pequeñas como aquella cajita.
Crujís en un llanto, después te callás. No olvido mi culpa en esto, eras una persona triste y te hundí. Tu habitación estaba inundada y no de lágrimas, se diferenciar una metáfora mediocre de una buena. Nada que tenga que ver con vos puede ser mediocre. Vos tenés cielo en las manos, mi querida. Soñás con la tierra porque estas en otro plano, sos galáctica. Sabes a caramelo media hora, tengo un vago recuerdo de mi boca de beba lactante. Tu color es de azúcar negra y profunda, que rica combinación Mamí (como cuando me hacías flan con caramelo).
Volviendo a la inundación de tu cuarto, era agua podrida de días, de tristeza y de bronca. Te recuerdo parada frente al abismo de la cajita, con la mirada muda. Nada había en vos, todo flotaba afuera, lo bueno y lo malo, todo ahí. Llegue gritándote descolocada ¡¡Mamá, dejá de hacer payasadas!! Caíste. Te ahogue sin querer, te hundí por que no eran esas las palabras que necesitabas oír.
Lloras ahí dentro casi siempre a una hora determinada. Mientras pasan los años puedo distinguir mi dolor en los ojos de los demás y vos ya no me resultas tan espesa como otras.

Leandro camina entre la gente
Una mujer se le cae del ojo izquierdo
Intenta disimularla
Pero ella cae igual
Su mamá es una lágrima espesa
Engordó el día que murió.

Creo que es mejor tenerte en una cajita y, no, llorarte a la vista de todo el mundo. ¡Las madres son todo un tema! Igual la amo y la amé, si fuera Edipo me casaría con ella.


14 de mayo de 2009*  

*El mismo día que escribí este cuento fuimos con mi mamá a un hospital público, de esos bien públicos de Buenos Aires. A la salida, en la parada del colectivo, vimos a una mamá con su hijo, hasta ahi todo fue "normal".  El pequeño nos llamó la atención quizá porque nos anticipamos a lo que vendría después. El nene llevaba un uniforme del color azul como sus ojos gigantes, tenia rulitos negros y una naranja en la mano. Subido a un cantero, comiá la fruta y besaba a su mamá diciendo:
-¡te quiero besar, porque sos mi novia!
La mamá lo corrió con un gesto un poco brusco:
-Yo no soy tu novia, soy tu mamá. (El nenito reía)
Subimos al mismo colectivo, ya arriba, los seguimos observando. El nene entró hasta el fondo del coche gritando:
-¡¡¡mi mama es mi novia!!!
La madre:
-¡Karen vení acá!
Mi mamá:
-¿es una nena?
Yo: -si, viste.
Ella: - ¡qué rara esa nena!
A lo que respondí, recordando este cuento: -No, Má, no es tan rara.
Aunque también quise gritar:
-¡mi mama es mi novia! Me contuve, ¡es demasiado por hoy!

3 comentarios:

uno más dijo...

Este es uno de esos textos q no me animaría a criticar en nada.
Creo q no tendrías q tenerlo como un texto más. Me parece q escribiste una de esas cosas q cuando revuelvas los cajones vas a volver a leer y te vas a tocar el corazón.
Muy personal y muy sentido.
Gracias por compartirlo, Na.

Lautaro dijo...

Creo que es el texto tuyo que más me gustó
cada línea cada palabra está justificada y en necesaria en el escrito y no me imaginaría otras.
Un abrazo.

la prometida del rey de los locos dijo...

Na, cuando estuve en tu casa respiré estas letras antes de leerlas. "Sabés a caramelo media hora, tengo un vago recuerdo de mi boca de beba lactante", es precioso. Me fascina cómo extraés del aire el amor cotidiano y lo rociás con el polvo de la literatura. Un beso a tu vieja.

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