traducciones: Jessica Abughattas





Traducciones de Federico Tinelli

Viendo a mi madre



Junto al Ford Thunderbird 

se le abrió una valija. 

Va agarrando su ropa

de la calle. 

Amarillo es el suéter que colapsa

en un millón de hilos de azafrán. 

No para de tirarlos. 

Se secan y disuelven

pétalo a pétalo

en el asfalto. 

Sus manos son ríos. 

Sus ojos, de murciélago. 

Su pelo llora. 

Tengo cinco y soy perfecta.


_________


Watching My Mother


Beside the Ford Thunderbird, 

a suitcase splayed open. 

She collects her clothes 

from the driveway. 

The yellow jumper collapses 

into a million threads of saffron.

She keeps dropping them. 

They wither and dissolve, 

petal by petal 

into pavement. 

Her hands are rivers. 

Her eyes, mascara bats. 

Her hair is crying. 

I am five and perfect.


...


¡Eureka!


Mi nombre es mío, mío, mío. 

-June Jordan, “Poema sobre mis derechos”


Acá. En el granito putrefacto

y el desierto, un pueblo fronterizo

al horizonte, para mí, y la antigua


iconografía occidental que llevo 

como una servilleta o un ticket arrugado.

Condenada por la tierra


que amo. Soy la persona

que condena. 

No podré ser amiga del olvido nunca más.


Todos los días me despierto y siento 

profunda falta. Para esto, tengo espacio

en mi vida: standapera, poeta,


pintora, mujer de besos apasionados

que se sienta en los bares 

alterando el equilibrio.


Acá, las casas están hechas

de madera y estuco. Pero allá

son de piedra. Un ojo enorme, negro y bello. Un ojo


que se parece al mío. 

Soy Palestina, por eso me gusta

afianzarme. El hijo que queda. 


Esta objetividad escapa 

a la metáfora, solo puede ser lo que es. 

Mi ruego: 


Que todos los seres

sean felices algún día. 

Pero que puedan tomarse su tiempo.


Que se equivoquen 

en el medio y no sufran

ninguna consecuencia. 


Mi ruego: amigo,

espero que tu amor no sea un sádico

que anda por los boliches, diciéndole a extraños


Estás a punto de conocer al amor de tu vida. 

No, vos lo que tenés es miedo 

de ser libre. 


Cuando regrese

a mi infelicidad, estoy segura

de cocinarle algo. ¿Mi pecado?


Me trato bien

sin ser buena conmigo. 

Ellos querían, ellos


querían que vagueara

en la idolatría como una nena

en un shopping. Y si está ahí afuera


ya lo voy a encontrar. Como el pelo

enredado en la rejilla. 

Las cosas no suelen acercarse


a esta gris realidad. 

La mugre da asco, 

¿pero las montañas?


Si amás de donde sos

Dios te ayude a quedarte ahí. 

En el calor, acá, 


es donde pido estar. 

El mundo es terrorífico; 

intento disfrutarlo.


_________


Eureka!


My name is my own my own my own.

—June Jordan, “Poem about My Rights”


Here in the decomposed granite 

and desertscape, a frontier town 

on the horizon for me and the old 


west iconography I carry 

like a tissue or an old receipt. 

I’m damned by the land 


I love. I’m the one 

doing the damning. 

I’m no friend of oblivion anymore. 


Every day, I wake up and feel deeply 

flawed. For these, I have room 

in my life: a standup comedian, a poet, 


a painter, a passionate kisser, women 

sitting in cafés alone 

disrupting equilibrium. 


Here, homes are made 

of wood and stucco. But back home, 

they’re stone. A big dark beautiful eye. An eye 


that looks like mine. 

I’m Palestinian, so I love 

to consolidate. The remaining son. 


This objectivity avoids 

metaphor, can only be what it is. 

My prayer:


May all living things 

be happy one day. 

But let them take their time. 


Let them be bad 

in the in-between and suffer 

no consequences for it. 


My prayer: My friend, 

I hope your lover isn’t a sadist

sitting in bars in public, telling strangers 


You’re about to meet your soulmate.

No, no, you’re afraid

of  being  free. 


When I go back 

to my unhappiness, I’m sure 

to cook it a meal. My sin? 


I care about myself 

without being kind to myself. 

They wanted me, they wanted 


me only to idle 

around idolatry like a girl 

in a mall. And if it’s out there 


I’m going to find it. Like hair 

wrapped in a drain. 

Affairs never approach 


this grizzly reality. 

Dirt is ugly, 

but mountains? 


If you love where you’re from 

god help you stay there. 

Here in the heat 


is where I need to be. 

This world is frightening;

I’m trying to enjoy it. 

...

Los poemas fallidos


van a salir arrastrándose de la rejilla para matarte

como en una película de terror de los 80. Una foto nuestra en la estación 

de Santa Fe con las frentes brillando. La viuda negra reptando

desde la pila de sábanas todavía tibias por nuestros cuerpos. El zumbido

mecánico de los grillos cuando te apretás contra mí a mitad de la noche, en el momento 

en que no puedo dormir y los años se repiten como una película extranjera malísima, 

como si las voces estuvieran debajo del agua. Los poemas fallidos te van a robar

el aire cuando te despiertes muerto de sed, de resaca, vacío 

en un cuarto donde se escucha el motor de la heladera sin parar.

Cuando todo lo que te emociona es momentáneo, un terremoto en donde

todos los libros tiemblan y nada se cae. No hay nadie que lea

poemas fallidos, pero te siguen hasta tu casa en la oscuridad y se meten en la cama

con vos. Los poemas fallidos son lindas parcas que viven en dibujos animados navideños. 

Son platos de comida árabe que te dan acidez. 

Una vez, en Zurich, nos sirvieron paella de conejo en una fiesta

donde festejaban la exhibición de un artista de Venice Beach

que había sido un ciruja pero ahora tragos smoothies de Erewhon a 25 dólares y cuadros

cientos capaz que miles de caras felices con sus pies. Sus lienzos

salen 25000 dólares. Los cuadros de dedos de los pies son mejores o por lo menos 

más redituables que los poemas fallidos. Los poemas fallidos no van 

a darte guita. Probablemente tengas que hacer marketing freelance 

para poder sustentar la creación de poemas fallidos. Los poemas fallidos devengan intereses. 

Se meten en tus sueños donde todos tus amigos hacen fila para chupársela

a tu marido. Hay que pagar una suscripción mensual para guardarlos en el Cloud. 

Los poemas fallidos están inyectados en las venas de tu papá en su segunda

sobredosis del año. Son compartidos para siempre

cuando te cancelan por opinar radicalmente sobre política. Cuando estás 

enterrado hasta el fondo, tenés un poema fallido escrito en la cabeza. Es un rezo

en forma de poema fallido, las últimas palabras

que escuchás en la tierra. 


_________



Failed Poems


will crawl out of the drain and try to kill you

like some 80s horror flick. The picture of us at the Santa Fe 

Railyard, foreheads glistening. The black widow creeping

from the mound of linens still warm from our bodies. Mechanical

hum of crickets when you push into me in the middle of the night, when 

I can’t sleep and the years replay like a foreign movie, a terrible one 

where the voices sound underwater. Failed poems will steal 

your breath when you wake parched, hungover, emptied

in a room full of the steady buzz of the refrigerator. 

When all that excites you is momentary, an earthquake in which 

all the books shake in place, and nothing falls. No one ever reads 

failed poems, but they follow you home in the dark and tuck in 

beside you. Failed poems are cute grim reapers that live in cartoon snowcaps. 

They’re midnight döner kebabs that give you heartburn. 

Once, in Zurich, we were served rabbit paella at a party 

celebrating an exhibition of an artist from Venice Beach 

who used to be homeless but drinks $25 Erewhon smoothies and paints 

hundreds maybe thousands of happy faces with his feet. His canvasses 

go for $25,000. Toe paintings are better or at least significantly 

more profitable than failed poems. Failed poems won’t help you 

earn a living. You will probably have to do freelance marketing 

to sustain the creation of failed poems. Failed poems accrue interest. 

They seep into dreams where all your friends line up to blow 

your husband. They cost a monthly cloud subscription to maintain. 

Failed poems are injected into your father’s veins when he ODs 

for the second time this year. They’re shared to infinity 

when you’re canceled for fringe political views. When you’re six

feet under, a failed poem is written on your head. It’s a prayer 

in the form of a failed poem, the last words 

you hear on earth



| Sobre la autora |


Jessica Abughattas es una poeta estadounidense de herencia palestina. Se graduó en periodismo por la Universidad de Pepperdine y obtuvo su maestría en la Universidad de Antioch. Su primer libro, Strip (2020), recibió el premio de poesía Etel Adnan.  


| Sobre el traductor |


Federico Tinelli (Buenos Aires, 1997) es poeta y traductor. Publicó En el Vacío Azul (2021) por la editorial Tren Instantáneo. Traduce y colabora para Escrituras Indie desde el 2021.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario