Eliana Tujschinaider escribe, saca fotos y hace videos, todo destinado a hacernos llorar. El ojo sensible y la mano entrenada que convierten la mirada personal en una serie de obras, donde la vida cotidiana resplandece mientras se transmuta en recuerdos.
Por Mora Vitali
¿En qué líneas del arte trabajas?
Suelo decir que no hay una distancia entre mi vida y mis proyectos, me cuesta separarlos y nombrarlos como "arte". Todo lo que hice a lo largo de los años, y que sigo haciendo, es para mí una manera de estar en el presente, de encontrar belleza en la vida cotidiana. Escribo como saco fotos y como filmo. Siempre fue para mí algo natural, instintivo, tal vez, mi forma preferida de habitar el mundo.
¿Qué relación sentís que hay entre tus proyectos?
Creo que lo que atraviesa todo es la atención que le presto a los detalles, mi obsesión (tal vez demasiado intensa) por la memoria, el deseo de que lo efímero dure un ratito más. Me ha pasado de estar simultáneamente con diferentes proyectos en diferentes talleres y darme cuenta de que uno era una traducción del otro, una forma nueva de transmitir lo que en ese momento ocupaba mi corazón.
¿Qué te gusta generar en la gente que ve tu trabajo? ¿Qué te genera a vos misma?
Hace dos años mostré un video en Creadores de Imágenes (el taller de fotografía donde encontré un hogar) y varias de mis compañeras lagrimearon. Un poco en chiste pero bastante en serio dije que mi misión estaba cumplida: que si había logrado emocionarlas, entonces todo mi trabajo cobraba sentido. En varias situaciones, otras personas me han dicho que después de leer o ver alguna de mis proyectos, querían volver a sus casas para revolver su archivo, grabar a sus familias contando anécdotas, llenar un cuaderno o la memoria del celular de recuerdos que no querían que se escapen. Si alguien le dedica sólo diez segundos a uno de mis videos, pero después pasa tres horas mirando fotos de su infancia, o vuelve a ver una película que amaba en esa época y en la que no pensaba hace años, siento que triunfé.
En mi caso, me gusta reencontrarme con mis trabajos en momentos muy específicos. Tal vez, un martes a las dos de la mañana me surgen unas ganas repentinas de leer algún poema viejo y se me activa alguna imagen olvidada que me hace llorar o buscar una canción de ese momento. Son como historias que armo para contarme la historia de mi vida y de lxs que me rodean, una manera de dejar constancia.
¿Cuál es tu trabajo favorito de los que están en circulación?
Creo que el trabajo de Alberto es mi favorito hasta ahora por haberle encontrado su forma ideal. Fue un archivo que rescaté cerca de mi casa hace dos años, con cientos de diapositivas sacadas por un hombre (tal vez vecino) al que decidí llamar Alberto. Sentí que había dado con un tesoro por lo hermosas que eran las imágenes y al mismo tiempo, asumí la responsabilidad de cuidar y respetar recuerdos ajenos. Pude traducir mi curiosidad por su vida en preguntas y combinarlas con los lugares a los que iba su mirada, imaginar anécdotas o rasgos de su personalidad. Es un trabajo cerrado, a diferencia de los otros que siguen dando vueltas por mi cabeza.
¿En qué estás trabajando ahora?
El proyecto de Miramar existe desde antes de que yo naciera, y a lo largo de los años viene tomando distintas formas. Listas, diarios, poemas, fanzine, una idea de cortometraje. Al acumular palabras e imágenes de vacaciones familiares y personales hace más de veinte años, todavía me resulta difícil encauzarlas en un formato definitivo. Creo que su costado audiovisual me permite una mayor exploración y hacia allá voy.
¿Cuál es tu obra ideal?
Creo que es mi proyecto de "el segundo del día", que en junio cumplió cinco años. Arrancó como un juego cuando cumplí veintidós, filmando un video cada día para luego en una aplicación seleccionar un solo segundo que lo identificara. Me obligaba a encontrar algo lindo o que valiera la pena ser registrado, a prestar más atención a lo que me rodeaba. Fue una forma de entrenar mi mirada y condensar la vida en un par de minutos. La reacción de mis amigxs fue lo que me convenció a seguir haciéndolo (pensé que duraría un año pero confirmo que lo haré por siempre). Me agradecieron por guardar "los recuerdos de nuestra generación", me preguntaban si podían aparecer o cuando podrían verlo. Hay algo hermoso en este tipo de archivos tan chiquitos, tan solo una imagen que dura un segundo. Capturarlos es tan fácil como respirar, pero después al juntarlos adquiere otra potencia. Me da tranquilidad saber que si un día estoy triste, en solo media hora puedo recordar los últimos cinco años de mi vida: los cumpleaños, recitales, viajes, los cortes de pelo que pasaron de moda, los lugares que frecuentábamos, la luz de cada estación.
|Sobre la artista |
Eliana Tujschinaider nació en 1994 en Buenos Aires, Argentina. Se define nostálgica de nacimiento y eternamente curiosa. Está obsesionada con los detalles y el registro, captura para no perder, y camina por cualquier calle donde haya sol.
|Links|
https://elituch.myportfolio.com
https://www.instagram.com/elituchis/
https://www.instagram.com/nocontextsabrina/
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