El fanzine Mi vida de atleta, de Julieta Marra, fue editado de forma independiente en 2021, en plena pandemia. Sus tapas son grises y suaves. Tiene puntas redondeadas, y ¿cómo más expresar tanto amor desde lo material? Sus hojas tienen tamaños distintos, con fotos suspendidas en medio de la encuadernación, imágenes que operan obturando y dejando ver fracciones de texto, intercalando formas de hacer sentido.
por Mora Vitali
Julieta trabaja la fotografía callejera haciendo lo opuesto a robar imágenes. Ella dialoga, pregunta, se acerca, observa, pide, lleva, trae, y termina por ofrendar parte de su mirada. Su proceso creativo es el de una persona que vive en el mundo como en una red, intercambiando en vez de extraer. De la misma manera aditiva, su trabajo superpone y entrevera las ramas del arte que viene desarrollando a nivel autogestivo, y que estudió en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
En el caso de este fanzine, la obra final combina transcripciones y relatos de sus diálogos con imágenes que se generan durante estos vínculos espontáneos tejidos en la calle. El celular como herramienta de lo inmediato, como forma de producir obra, es un elemento que invita al debate. ¿Se puede sacar fotos sin tener una cámara carísima? ¿Es posible crear arte con un objeto que ya está en casi todos los bolsillos? Mientras hacíamos lo posible por estar en casa, ella tejía con este medio de registro una obra relacional, trazada por las sendas de su insistencia poética, en la documentación y reflexión barriales.
Julieta tiene tatuado en el brazo el dibujo que abre Mi vida de atleta. También ilustra la contratapa de la publicación, un cierre que no es un cierre, para una obra que nunca termina de hacerse. Es un balde de agua, con un ramo de flores frescas. Julieta dice: “El por qué yo perseveré en el estudio de esto que llamamos ‘arte’ tiene que ver con las relaciones. Lo que me afecta es la voluntad de compartir las cosas lindas, un deseo de que vieran lo que yo veo en la vida en general. Ese eje ordena mis proyectos: registrar situaciones, contagiar climas, y amalgamar la luz, el objeto, la forma de sacar la foto. Es el intercambio entre la cosa, la persona y yo que da algo nuevo. Todavía no entiendo cuál es el formato que más me gusta, ya abandoné la idea de un canal limpio de comunicación. La pretensión de objetividad. Me libera abandonarla”.
“María”. “William Henry”. Capítulos con nombres propios, personales y personalizados. Una extensión rizomática de la calle y sus habitantes. Julieta busca generar intimidad en el espacio público, una disrupción contradictoria que permite la sorpresa, y abre la posibilidad de escuchar un secreto en el medio de la calle. A veces es necesario decirle a alguien “hola, te puedo sacar una foto? me resultas una postal”.
Hablar de Mi vida de atleta implica también hablar de Ediciones Afines, el sello que Julieta lleva adelante con Melina Rimola, y define como un sueño editorial hecho realidad. Julieta cuenta: “Es un proyecto maravilloso. Empezamos haciendo fanzines, convocando gente y compilando, y yendo a ferias. Cuando surgió la posibilidad de editar para otras personas descubrimos que amamos hacerlo. Entonces, abrimos una convocatoria de contenido, atendiendo a la necesidad particular de cada idea, dándole la entidad que cada contenido requiere, por fuera de lo estandarizado. Nuestras obras son objetos más que publicaciones o fanzines. Cada parte hace a la idea del material que tiene adentro. No somos solo editoras, somos personas que se dedican a la imagen”.
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