Poema 1 - Huesos de potencia
La virginidad tonta simula
pero no cabe duda de que los ángeles
se convocan frente a cada improperio de futuro,
a conocidos precios del aprendizaje.

Una mano se moja bajo un derrame de agua
y revolotean los poros respirados.
Diamantina se revuelve esta luz no violenta
para opacar aún más la sombra del esqueleto.

No pudo disimularla, llamaron. 
Recordemos la oreja y los agujeritos de plástico para escuchar por teléfono,
esta noticia: un voluntarioso se ha ido al maso de Camus. 

La virginidad se torna simulación
los ángeles vuelven obsoleto el intento de asimilación,
congelados frente al hielo que vendrá.
No arriesgan.

Una mano reposa y decanta en el hombro,
como apariciones ensambladas bajo
huesos de piedra preciosa y espinillas en las palmas de la sombra. 


 Poema 2 - Lo que se escapa en la velocidad
Voy a contar al final de las cuentas
que todavía me queda la media luna en flote allá arriba,
los cigarros con el mismo sabor en la plaza de la Legislatura,
el bar Los Tribunales cerrando después de la coma, con dos borrachos adentro
 y las piedritas en los postigos de María Laura.

Particularmente hoy sobra
lugar para los pájaros vitoreando esta paredes,
para la lluvia en las chapas de la época y
de seguro cabe el anciano de la habitación contigua
que me guarda las camisas de pintar el primer chubasco.

Barrio El Pilar bulle en los perros desvergonzados de sus colmillos,
mientras las ranchadas a la redonda duermen
por el medio de los ralladores, los timbales, el pecoso.
Mientras la familia de la imprenta hace girar las rotativas de mañana,
cuando imprimen la ideología de cientos.

Esta vez la cerveza se alza por el cartel de la farmacia con la letra r quemada,
por el nieto de la recepcionista que abre cada tarde
la puerta del diario.
Un periódico que asoma sobre el agujero negro del escritorio
dice que “Mueren tres mujeres en protesta siria”. 
Los matutinos de al lado de la cama están fechados entre el 79 y el 81:
despierta el final de las cuentas.
el Jefe del Comando de Sanidad visita Salta, 
Galtieri, Maradona, Guerra Fría, armas nucleares,
cadáveres de nadie en ningún lugar por doquier.

¡Y esta noche no aparece la muerte, ni partidas!
Esta vez los  ecos juran por dilatar la escritura,
Para que nada haya que hacer
más que alternar
entre sueño y ensueño. 

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucha ricota acá, demasiada.

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